Este blog es dedicado a las familias católicas y a quienes buscan realizar el llamado a la santidad viviendo en plenitud el don de la vida a través de su propia vocación como hombres y mujeres, padres de familia, abuelos, jóvenes y niños. Los enlaces y temas ofrecidos son recursos considerados como herramientas para la vida cristiana. Esperamos en Dios que les sea de alguna ayuda. Que Dios bendiga a nuestras familias.







sábado, 15 de octubre de 2011

Reflexión del Evangelio del Domingo XXIX del Tiempo Ordinario - Mateo 22, 15-21

    Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.

Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.  Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".

   Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?  Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le presentaron un denario.

 Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".

   Los fariseos buscaron de muchas maneras hacer caer a Jesús en contradicción. Querían desacreditarlo ante el pueblo que lo admiraba y seguía.  (La envidia siempre provoca sentimientos de maldad hacia el prójimo).

   Pero Jesús tenía la herramienta necesaria para combatir las fuerzas de los corazones dominados por esta envidia; tenía al Espíritu Santo. Y así, de muchas maneras pudo contestar las venenosas preguntas de quienes buscaban matarlo.

   Bien les dijo Jesús a sus apóstoles, que, cuando estuvieran padeciendo ante los jueces y autoridades, 'llegada la hora, el Espíritu Santo les indicaría que decir' (Lucas 12, 11-12).

Jesús lleno del Espíritu de Dios y del conocimiento de la Palabra de Dios, siempre tuvo las 'palabras apropiadas' para responder a sus adversarios.

   En el desierto, supo responder con la 'Sabiduría de Dios' a las tentaciones del Diablo (rey de la mentira), ante los acusadores de una mujer adúltera supo responder con 'una espada de doble filo' diciendoles: "El que sea libre de pecado que arroje la primera piedra", a los que lo pusieron a prueba en lo referente al impuesto les dijo: "Den al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios, lo que es de Dios", y ante Pilato supo callar.

Cuando 'uno' ora y lee la Palabra de Dios, suele 'uno' hablar y callar como Dios, y decir las palabras apropiadas cuando hay palabras que decir.
  
Todos hemos experimentado la tentación de hablar de más, o de aprovecharnos del hábil y ágil vocabulario que nuestro cerebro puede producir en defensa ofensiva contra quien tal vez nos ha hechado en cara una debilidad nuestra (ouch!), cayendo y cometiendo una bobada, lastimando o agrandando el problema.

Cuando pensamos con nuestros temores y nuestro egoísmo, con ellos hablamos también.

Tal vez, alguna vez hemos podido frenar la lengua y detenernos (yupi!), pero más de lo que quisiéramos nos hemos arrepentido de lo que hemos dicho o de la respuesta que hemos dado.

Para no caer tan frecuentemente en esto, se necesita la virtud de la prudencia. Así podremos hablar con la verdad y con la justicia, y con la Palabra de Dios y la inspiración del Espíritu Santo, y no con nuestras propias palabras, que a veces son como campanas que nomás resuenan.

Y así le daremos a Dios lo que es de Dios; la honra y gloria que él se merece.

Amén.