Este blog es dedicado a las familias católicas y a quienes buscan realizar el llamado a la santidad viviendo en plenitud el don de la vida a través de su propia vocación como hombres y mujeres, padres de familia, abuelos, jóvenes y niños. Los enlaces y temas ofrecidos son recursos considerados como herramientas para la vida cristiana. Esperamos en Dios que les sea de alguna ayuda. Que Dios bendiga a nuestras familias.







viernes, 22 de abril de 2011

El Triduo Pascual



   Los últimos tres dias de la Semana Santa nos predisponen como acontecimientos que van en escala de preparación hacia la Pascua. A este conjunto de eventos de estos tres dias se le llama el "Triduo Pascual".




    El jueves santo por la mañana, el obispo celebra con todo su presbiterio (todos sus sacerdotes) la misa de la bendición de los santos óleos (óleo catecumenal, óleo de unción de enfermos y el santo crisma) que se usarán durante el año en la administración de los sacramentos del bautismo, la confirmación, el orden sacerdotal y la unción de los enfermos. Esto nos revela que del mismo misterio pascual surgen y dependen los sacramentos de la Iglesia.




    En la misa del Jueves Santo, por la tarde, la solemnidad de esta misa es dedicada al memorial de la última cena del Señor Jesús con sus apóstoles, en la cuál instituye la Eucaristía y el Sacerdocio.




    Se hace el lavatorio de los pies por parte del sacerdote que preside la misa, a imitación del Señor Jesús que quizo dejar a los suyos la enseñanza de la necesidad del amor y la humildad en la disponibilidad del servicio cristiano dejando eco en las palabras: "Les doy un mandamiento nuevo: Amense entre ustedes como yo los he amado; en esto reconocerán que ustedes son mis discípulos" (Juan 13, 34-35).

Al terminar la misa se saca el santísimo del sagrario y se reserva  en un lugar digno en donde se le adora durante toda la noche.






    El viernes santo se observa el ayuno y la abstinencia de carne. Por nuestro bautismo nos unimos a la pasión y muerte de Jesús, participando del Via-Crucis y la liturgia de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo. Es el único día del calendario litúrgico en el que no se celebra la santa misa. Es un día de duelo para la Iglesia.
  
     Este día nos identificamos con un Jesús debil, cansado y lleno de dolor, que abraza su cruz con la convicción de cumplir su objetivo confiandolo todo en las manos del Padre amoroso. Nos identificamos con su sed de amor. de justicia y comprensión, y con su profundo dolor al ver la indiferencia de tantos hombres; el rechazo. La corona de espinas en su cabeza fue una burla por parte de los soldados romanos como el rey de los judios, pero no sabían que contribuían al dolor que les habría las puertas del cielo. A un santo una vez Jesús le dijo: "Mis enemigos me pusieron una corona de espinas en la cabeza, pero mis amigos me la pusieron en el corazón". Creo que todos nos podemos identificar con esto. A veces, canta el gallo de nuestra negacion. Pero aún así, él nos perdona y quiere mantener nuestra amistad. Y aún que su mirada nos apena y su silencio espanta nuestras conciencias, porque sabemos que deberiamos de hacer más, Jesús no nos condena; él nos ama. 

    Podemos ver o imaginar como la sangre de Jesús corre por su cara, sus manos, su espalda, sus piernas y como salpica a quienes se le acercan, a quienes le quieren lastimar y a quienes le quieren ayudar. Pero hay quienes no se quieren acercar. No se atreven. Hay quienes se sienten más comodos verlo de lejos. Hay quienes no se comprometen con el dolor de Cristo. No lo hacen suyo. No quieren ensuciarse. No saben que esa sangre es directa causa suya, o quiza no lo quieren reconocer. Esa sangre, la sangre con la que fuimos rescatados. La sangre del inocente que pagó el rescate de nuestra salvación. También con ella nos debemos identificar.






La Iglesia vive el duelo de la muerte del Señor.

     El sentimiento de tristeza y pena inunda el corazón de quienes reconocemos que Dios mando a su Hijo único a salvarnos por el perdón de nuestros pecados (Juan 3, 16-17). Nos debe doler! Si la creación se conmovió al ver morir al creador, ¿Porque no conmoverme yo?







Despreciado, desechado por los hombres,
abrumado de dolores y habituado al sufrimiento,
como alguien ante quien se aparta el rostro,
tan despreciado, que lo tuvimos por nada.

Pero él soportaba nuestros sufrimientos
y cargaba con nuestras dolencias,
y nosotros lo considerábamos golpeado,
herido por Dios y humillado.

El fue traspasado por nuestras rebeldías
y triturado por nuestras iniquidades.
El castigo que nos da la paz recayó sobre él
y por sus heridas fuimos sanados.

Todos andábamos errantes como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino,
y el Señor hizo recaer sobre él
las iniquidades de todos nosotros.

Al ser maltratado, se humillaba
y ni siquiera abría su boca:
como un cordero llevado al matadero,
como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca.

Fue detenido y juzgado injustamente,
y ¿quién se preocupó de su suerte?
Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y
golpeado por las rebeldías de mi pueblo.

Se le dio un sepulcro con los malhechores
y una tumba con los impíos,
 aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca.
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento.

Isaías 53, 3-10




 


    El mismo viernes se hace la adoración a la cruz. La cruz como símbolo e instrumento de nuestra salvación. Se dice que los Persas inventaron la crucifixión y que los romanos la perfeccionaron. La cruz siempre había sido signo de condanación y muerte, pero cuando Jesús se acostó en ella, la convirtió en signo de salvación y vida eterna.

    En la adoración a la cruz se debe entender que no se adora la cruz directamente, ya que es solo un objeto material, sino que a través de la cruz adoramos a quién a través de ella nos redimió. Ver explicación: ¿Porque adorar la Cruz? 

El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan –para nosotros– es fuerza de Dios. (1 Cor. 1, 18)







   El sábado de gloria es el puente entre la muerte y la resurrección de Jesús. Es como la madrugada entre la noche oscura y la mañana del nuevo día. En esta noche se lleva a cabo la vigilia pascual. Se bendice el fuego nuevo y con este se enciende el cirio pascual que representa a Jesús, la Luz del mundo (Jn. 8, 12). De este cirio pascual se encienden todos los cirios de los fieles presentes. El cirio lleva la primera y última letra del alfabeto Giego - alpha y Omega - pues Jesús es el Principioy el Fin, y en él se perpetua la salvación de todos los hombres, por los siglos de los siglos, desde Adán, hasta el último hombre creado. Solo a través de Jesús, Dios Padre ha manifestado su amor a la humanidad y este amor se ha transmitido por todo el mundo como un fuego nuevo que solo él, Jesús, nos puede dar.





    El sábado de gloria nos compromete a renovar la fe de nuestro bautismo.  Después de una exhaustiva celebración de la Palabra que nos  narra la historia de nuestra salvación a través de la historia del pueblo de Israel, se encienden las luces con el canto del Gloria y se canta el Aleluya antes del pregón pascual (antiguo poema de pascua). Es una fiesta! Un gozo divino que llena la iglesia y los rostros de quienes en la fe, celebramos el triunfo de Jesús sobre el pecado y la muerte, el triunfo de la luz sobre las tinieblas y el trinfo de la libertad sobre la esclavitud. Es la fiesta de fiestas!




    Porque la pascua es la fiesta más importante que celebramos como Iglesia. Si bien en la Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, en la Pascua celebramos su resurrección. De nada serviría nuestra fe y todo lo que hacemos por ella si Jesús no hubiese resucitado (1 Cor. 15, 14).

   Más allá de los huevos decorados, las canastitas de paja, los conejitos de chocolate, los jelly beans, la comida especial, la cazería de huevos escondidos y el ponerse todos guapos para ir a misa, debemos recordar y conmemorar en familia el don de la vida eterna que Jesús nos concedió a través de su resurrección. Enfatizar más el gozo en Jesús que nos ha salvado. Explicar a nuestros hijos, a cada quién de manera especial según su edad, el por qué celebramos la Pascua y por qué es tan importante, aunque a veces parezca que no entienden o que quiza que no les importe. Porque la verdad es que si escuhan, si entienden y si aprenden. No olvidemos también poner el ejemplo. Una obra vale más que mil palabras, especialmente la de papá y mamá. Hay que confesarse y estar preparados para comulgar, para recibir en nuestro corazón a nuestro Señor resucitado. Hay que transmitir el gozo y la fe. En hora buena1

    Quisiera despedirme con un abrazo de "Felices Pascuas" para todos. Que el Señor bendiga a nuestras familias y nos lleve algún día a contemplar la luz de su rostro por medio de nuestra fe en aquél que resucito de entre los muertos para resucitarnos a nosotros también en el último día. Esa es nuestra meta!! Recuerda que tú, tu familia y todos, estámos llamados a ser santos; a ser una Iglesia doméstica en camino a la santidad. Aleluya!!