Este blog es dedicado a las familias católicas y a quienes buscan realizar el llamado a la santidad viviendo en plenitud el don de la vida a través de su propia vocación como hombres y mujeres, padres de familia, abuelos, jóvenes y niños. Los enlaces y temas ofrecidos son recursos considerados como herramientas para la vida cristiana. Esperamos en Dios que les sea de alguna ayuda. Que Dios bendiga a nuestras familias.







jueves, 27 de diciembre de 2012




Evangelio según San Mateo 2,13-18.
Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.
Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado.
Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:
En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen.

sábado, 4 de agosto de 2012

Yo Soy el Pan de Vida - Domingo XVIII


"Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; 
mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo". Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; 
el que cree en mí jamás tendrá sed.


    Hay dos tipos de personas que siguen a Jesús. La primera, es el tipo de persona que sigue a Jesús por lo que él hace por ella. Es el seguidor convinenciero. "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse" (Juan 6, 26). Jesús habla a quienes le siguen porque lo ven o lo tienen como un estuche de moneditas. El tipo de persona que va a misa o reza solo cuando siente la necesida porque se ahoga en sus problemas y recurre a él como su última salida, si no, ni se acuerda de él. Tal vez conoces a una de estas personas que va a misa solo a las fiestas de guardar 'que valen la pena', como quinceañeras, bodas y uno que otro funeral, y claro, llegando tarde. El tipo de persona que le prende una veladora al primer santo o brujo que le haga el milagro. El tipo de persona que tiene que ver (signos) para creer.

    El otro tipo de persona, es la que sigue a Jesús no por lo que hace por ella, sino por lo que hace en ella. El tipo de persona que lo conoce como "El Pan de Vida", que lo sigue porque sabe que sin él la vida no tiene sentido. El tipo de persona que lo busca y habla con él todos los días, porque sabe que por él, con él y en él jamás hay ambre y sed, y sabe lo importante que es la Santa Misa y lo qué es la Eucaristía. Este tipo de persona imita a Jesús. Tal vez conoces alguna persona como esta; que va seguido a Misa, reza el Rosario, se confiesa, se ve siempre alegre.  A este tipo de personas se les dice discípulos de Jesús. ¿Conoces a alguno de estos?

    En el Evangelio de este domingo, Jesús se proclama como "El Pan de Vida". ¿Porqué?

   Jesús quiere que la gente lo siga, no por lo que hace y puede hacer por ellos, sino por lo que hace y puede hacer en ellos. Dios sabe que necesitamos alimentar nuestro cuerpo y por eso nos ha dado un sinúmero de recursos para conseguirlo, pero para alimentar nuestra alma, nuestro corazón, nos ha dado un recurso divino; a su Hijo Jesucristo, en el sactramento de la Eucaristía - El Pan de Vida Eterna. 

    Los efectos del alimento material nos dan las energías que necesitamos para estar saludables y fuertes. Los efectos de la Eucaristía nos dan la gracia para practicar las virtudes que  nos hacen imitar a Jesús. La Eucaristía es la fuente y culmen de la vida cristiana. En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Si no me crees, haz clic aquí y lee lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el párafo 1374). Jesús es Pan de Amor Divino. Lo que pasa en el altar no es meramente un acto simbólico; !es un acto milagroso¡ Jesús, el Pan de Vida, viene como alimento de amor eterno para darnos vida eterna. Señor, danos siempre de ese pan (Juan 6, 34).

 Antes de contestar estas preguntas haz oración y lee el Evangelio de Juan 6, 25-35

   Humildemente te pido, a tí, Señor, que eres la luz verdadera, que ilumines mi mente y mi corazón para entender tu Palabra. Ven Espíritu Santo, e ilumina todo mi ser para poder leer y entender la Palabra de Dios, como iluminaste a quiénes la escribieron. Amén.

CUESTIONARIO:

1. ¿Qué palabra o frase me llamó la atención?

2. ¿Qué me dice Dios a mí en esta lectura?

3. Cual es la verdadera razón por la cual yo sigo a Jesús?

4. Que tan importante es para mi el sacramento de la Eucaristía; puede vivir sin él solo de Domingo a Domingo?

4. Queledigo yo a Dios; quéle pido?

5. ¿A qué me compromete esta lectura de Juan 6, 25-35)

Gracias por leer este blog. Que Dios te bendiga.



lunes, 30 de julio de 2012

La semilla de mostaza



Mateo 13, 31-35 

     En la lectura de hoy, Jesús habla sobre el Reino de los Cielos a través de la parábola del grano de mostaza. La semilla de mostaza no aparenta belleza, grandeza o importancia alguna. Es una miniatura de semilla que por si sola es vulnerable al apetito de cualquier ave, pero en manos del sembrador, esta semillita se puede transformar en un gran arbusto para el servicio de los demás. Jesús me pide hacerme pequeño como la semilla de mostaza, que aunque no se vea, lleva en si una gran potencia para crecer. Cuando la semilla de mostaza crece, no crece para si sola, crece para los demás, como lo dice el Evangelio: “De tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”. A esto mismo estamos llamados los cristianos, a recibir a quienes buscan el amor de Dios a través de nuestro testimonio de vida.   

domingo, 19 de febrero de 2012

Reflexión del VII Domingo del Tiempo Ordinario - Jesús y el Paralítico




"Hijo, tus pecados te son perdonados" (...)
Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
Mc. 2, 5.11

    Jesús llegó a Cafarnaún a casa de Pedro y la noticia corrió por todo el pueblo. Se empezó a invadir aquella casa de toda clase de jente que venía de todas partes. Ciegos, sordos, mudos, mancos, rencos, mochos, enfermos, moribundos, endemoniados, deprimidos, acongojados, necesitados, viudas, pobres y curiosos. Mientras Jesús enseñaba, la jente seguía llegando y la casa se seguía llenando, hasta que ya no hubo lugar adentro. El gentió se apretaba queriendo estár cerca de Jesús de Nazaret. El calor en la casa era intenso, y el olor de tantos que habían caminado kilometros, oprimía cada respiro. Cualquier claustrofóbico hubiera salido gritando de ese lugar. Afuera la jente se acumulaba esperando la oportunidad de ver o escuchar algo. Todo mundo empujaba y pisaba por todos lados. Aquello parecía doce de diciembre.

    De repente, mientras Jesús hablaba, un ruido de arriba acompañado de pasos y voces, interrupió el momento. Un desesperado movimiento de manos abrió un hueco en el techo de la casa. Los rayos de la luz del día empezaron a penetrar toda la sala en medio de polvo y pedacera que caía. Todos miraron hacia arriba, y de aquel traga-luz improvisado bajaba una camilla. Lentamente, como si fuera un mueble fino y caro,  como si fuera una cuna con un bebé pequeño y delicado, bajaba una camilla, y en ella, acostado e inmovil, un hombre paralítico.

   Jesús, admirado por la fe de aquellos hombres que se atrevieron a hacer aquel hueco de esperanza en el techo de la casa de Pedro, le dice al paralítico, "Hijo, tus pecados quedan perdonados".
  
   Los compañeros del hombre pudieron haber pensado, "¡Jesús, no te lo hemos traído para que lo perdones, lo hemos traído para que lo sanes!".

   Para esto, algunos escribas ya habían condenado en su interior las palabras de Jesús, pensando, "¿Quién se cree que es? ¡Solo Dios puede perdonar los pecados!".

   Aquellas palabras tan directas de Jesús tuvieron que haber penetrado y transformado el corazón de aquel paralítico. Como las palabras del sacerdote cuando al levantar la mano nos da la absolución en el sacramento de la confesión. Son palabras que transforman el alma.

  Jesús, que vino a morir por nuestros pecados, aunque nunca pecó, conoce la opresión que el pecado puede tener sobre el alma. Porque la parálisis del cuerpo, causada por fallas del sistema nervioso o muscular, no se puede comparar con la parálisis del alma causada por el pecado. El pecado empieza lentamente a condenar y a paralizar el alma, limitando los movimientos del Espíritu de Dios en la vida. Poco a poco se va perdiendo la fuerza en la práctica de las virtudes y las buenas obras. Hablo de las buenas obras por amor, no por apariencia. El pecado va pesando cada vez más y más sobre la conciencia hasta que esta se siente indigna y se aleja de Dios; y es aquí donde se sufre. No hay movimiento hacía Dios, y no hay nada más doloroso y dañino para el alma que estár lejos de Dios y en desharmonía con su Creador.

   Por eso, lo primero que hace Jesús con el paralítico es liberarlo de su pecado. Rompe las cadenas de la opresión del alma, devolviendole al paralítico la fortaleza a su espíritu. Entonces cuando Jesús le dice al paralítico, "Levantate, toma tu camilla y vete a tu casa.", el paralítico cree y se levanta. Ya había sido liberado su corazón de la duda, el recentimiento, la indignación y la tristeza. Todo ese mal fue reemplazado por la misericordia del Todopoderoso. El Todopoderoso que lo puede todo en todos.

  Te invito en este momento a hacer una pequeña oración y le presentes a Jesús tu parálisis. En otras palabras, aquello que no has hecho o no has podido hacer por falta de fe, de confiansa en Dios o confiansa en tí mismo(a).

¿Qué te detiene?

¡Anda, levantate, toma tu camilla y sigue adelante!

miércoles, 25 de enero de 2012

La Conversión de San Pablo


"Pablo iba de camino, cerca de Damasco; de repente, una luz que venía de cielo le envolvió con su claridad " (Hch. 9,3)

San Fulgencio de Ruspe (467-532), obispo en África del Norte
Un sermón atribuído, n° 59 Apéndice; PL 65, 929

    Saulo fue enviado al camino de Damasco para volverse ciego, ya que si se queda ciego, encontrará el verdadero Camino (Jn 14,6)... Pierde la vista corporal, pero su corazón es iluminado, para que la verdadera luz brille a la vez en los ojos de su corazón y en los de su cuerpo... Es enviado a su interior, para buscarse. Erraba en su propia compañía, viajero inconsciente, y no se encontraba porque interiormente había perdido el camino.

    Por eso oyó una voz que le decía: " desvía tus pasos del camino de Saulo, para encontrar la fe de Pablo. Quítate la túnica de tu ceguera y revístete del Salvador (Ga 3,27)... Quise manifestar en tu carne la ceguera de tu corazón, con el fin de que puedas ver lo que no veías, y que no seas semejante a «los que tienen ojos y no ven, orejas y no oyen» (Sal. 113,5-6). Que Saulo se vuelva con sus cartas inútiles (Hch. 22,5), para que Pablo escriba sus epístolas tan necesarias. Qué Saulo, el ciego, desaparezca... para que Pablo llegue a ser la luz de los creyentes "...

    ¿Pablo, quién te transformó así? "¿Quieres saber quién hizo esto? Un hombre llamado Cristo... Ungió mis ojos y me dijo: «ve a la piscina de Siloé, lávate, y recobra la vista». Fui allá, me lavé, y ahora veo (Jn 9,11). ¿Por qué este asombro? El que me creó, me ha recreado; con el poder con que me creó, ahora me ha curado; yo había pecado, pero Él me purificó."

    Ven pues, Pablo, y deja allí al viejo Saulo, pronto vas a ver a Pedro... Ananías, toca a Saulo y danos a Pablo; deja bien lejos al perseguidor y envía a misión al predicador: los corderos no le tendrán miedo, las ovejas de Cristo se alegrarán. Toca al lobo que perseguía a Cristo, para que ahora, con Pedro, lleve a apacentar a las ovejas.